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domingo, 21 de octubre de 2012

Ahora más que nunca.

Que vivimos una crisis de valores no es novedad. Que casi todo el mundo hace lo que le da la gana en Venezuela tampoco.

Hace ya 26 años (Dios! Estoy vejuco!) entré siendo un niño a la nivelación de la cohorte número 14 en el IUTSI, no era por cierto el único niño, si bien había gente muy madura tanto en edad como en actitud.

Allí un personaje controversial, Luis Hernández (Q.E.P.D.) sacó lo mejor y lo peor de nosotros, y tal como ya hace tiempo venía haciendo seleccionó de entre todos a los que él consideró más aptos para desempeñarse en un oficio entonces aún novedoso y delicado: Técnico Superior en Seguridad.

El Profesional de Seguridad (prefiero este calificativo para englobar a técnicos, otros profesionales tales como ingenieros y licenciados en RRII, y algunos que por su experiencia, dedicación y mística  tienen los méritos para contarse entre nosotros) tiene a simple vista el trabajo más simple del mundo: pasear  por las áreas de trabajo poniéndosela difícil al resto de la sacrificada nómina de la empresa.

Visto en términos de la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo, tiene la facilísima y elementalísima misión de: "Asegurar la protección de los trabajadores y trabajadoras contra toda condición que perjudique su salud producto de la actividad laboral y de las condiciones en que ésta se efectúa", "Promover y mantener el nivel más elevado posible de bienestar físico, mental y social de los trabajadores y trabajadoras" y "Identificar, evaluar y proponer los correctivos que permitan controlar las condiciones y medio ambiente de trabajo que puedan afectar tanto la salud física como mental de los trabajadores y trabajadoras en el lugar de trabajo o que pueden incidir en el ambiente externo del centro de trabajo o sobre la salud de su familia" (LOPCYMAT Art. 40, Num 1, 2, 3) entre otras fútiles funciones.

En palabras más mundanas, la Ley pone en nuestras manos la vida y la salud el trabajador para que la cuidemos y la protejamos, será por eso que está de moda imputarnos cuando acaece un evento.

No es novedad que tenemos una misión delicada, tampoco es cosa oculta que el venezolano en tiempos recientes ha exhibido una dificultad cada vez mayor para el raciocinio, la crítica, la empatía y la reflexión. Es por ello que así como lo expresé repetidamente y hasta el fastidio a queridísimos amigos en fecha reciente, se hace menester regresar al viejo esquema: al de la selección rigurosa de los aspirantes a cursar carreras de pregrado en materia de seguridad (no pretendo meterme con nada más, no sé si debería). 

En estos momentos, en ésta y en todas las áreas hay que sacar lo mejor de cada quien, y eso no se logra pasando la mano y pretendiendo enarbolar las banderas de la igualdad y la inclusión mal vistas; porque frente al derecho de un humano a estudiar y ejercer lo que bien le venga en gana, está el derecho del trabajador a que quien tiene el deber de proteger su salud sea competente. 

Alguien podrá argumentar frente a esto que para eso está la certificación de los profesionales establecida tanto en la LOPCYMAT como en su Reglamento Parcial. Yo le digo que no es lógico, oficioso ni justo que una persona estudie un determinado tiempo (3 años, 5 años, tal vez más) para que luego se le diga que no tiene las competencias, si bien quienes obtienen un grado en ingeniería, medicina u otra carrera similar, y pretenden incursionar en el área, se arriesgan de por sí. 

Quiero en resumidas cuentas llamar la atención de quienes tienen la responsabilidad de formar a los Profesionales de Seguridad, en el sentido de que hay que exigir más, sacar todo lo bueno que tienen esos alumnos, exigirles al máximo, decantar a ese flujo de personas que acceden a las careras relacionadas al área para quedarnos con lo mejor de lo mejor, porque estamos ni más ni menos que garantizando el derecho humano más importante, el derecho a la vida.

Este es el inicio

Estoy oficialmente inaugurando este blog. Hace ya unos pocos años estuve sosteniendo una de esas conversaciones profundas y filosóficas con un amigo; él me mandó a escribir lo que pensaba. Anoche, 20 de octubre de 2012 me pasó lo mismo y con una persona totalmente desconocida para mí, con quien me comprometí absolutamente apenado a hacer mi mejor intento, hoy frente a ustedes.

Quiero usar este espacio para expresar mis opiniones. Como ya habrás visto en la descripción, puedes o no estar de acuerdo, ese es el chiste de este blog. Eso sí, te exijo lenguaje de altura, respeto por la opinión disidente y que además de nutrirte, aportes.

No hay opinión necia, ni pregunta tonta, todo lo contrario. Siempre y cuando te ciñas a las simples reglas que como propietario del blog me permito establecer, vale todo. Aún una "palabrota" bien ubicada y cónsona con el contexto de tu opinión, porque es parte de nuestra idiosincracia venezolana. Claro está, una cosa es soltar una grosería que condimente tu discurso y otra es el lenguaje procaz, escatológico e impropio. Espero tengas la madurez necesaria para discernir entre lo uno y lo otro.

Todo comentario está sujeto a mi moderación y eso es preciso que lo sepas. No permitiré publicaciones dañosas a riesgo de que me tildes de lo que quieras. Ya daré suficientes demostraciones de tolerancia, que no permisividad. Este es mi blog y te exijo que te comportes, como si fuera mi casa.

Fuera de lo ya harto aclarado, bienvenido y bienvenida al espacio del debate y el disenso en las áreas de la Seguridad y la Salud Laboral. Es un honor y un lujo recibir tu visita. Puedes sugerir temas de discusión (no los domino todos) y compartir todo el material que a bien tengas, con mi agradecimiento por adelantado.

Fuerte abrazo.

César.